miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Ciega, sorda, o simplemente estúpida?

A veces Miau se lo pregunta, Miau busca desesperadamente alguna revelación en los astros y las estrellas, pero Miau teme responderse porque, si Miau conoce la solución a este problema, Miau sabe tú que la habrás elegido a voluntad.

Puedes llegar a matar todavía más el entusiasmo de Miau, puedes mermar hasta límites insospechados su inquebrantable fe, puedes incluso destruir toda Miau ilusión y sus Miau ganas de seguir queriendo gastar dos de sus siete vidas contigo, pero nunca, y Miau dice, nunca (y Miau puede repetirlo si quieres, para que te quede claro), nunca lograrás reducir el deseo que Miau siente hacia ti.

Si te dignaras más de dos segundos en abrir a Miau las puertas de la oscura cajita donde te escondes, quizás entonces podrías llegar a preguntarte cómo lo consigues. Miau, que vive consigo mismo desde hace mucho tiempo, y se ve todos los días, todavía no consigue darse a Miau ninguna respuesta.

Miau se siente cada vez más roto, más desdichado, más desamparado del cobijo de tu afilada mirada, y Miau solo consigue arañar unas pocas paredes del grueso cartón que te resguarda.

Tu…t – tu…t – tu…t - …

A los pocos segundos le salta el contestador a Miau y, estúpido e incorregible como es Miau, espera hasta el último instante antes de que salte el “clic” para poder escuchar una nota más de la música de tu voz. Miau solo quiere hablar contigo sobre nada, pasar unos minutos que lo transporten a su octavo cielo, el último de todos, pero cada vez Miau tiene menos esperanzas.

**************

¡Al fin, al fin Miau siente bullir de nuevo su espíritu! ¡Miau ha recibido un correo electrónico tuyo! A Miau le parece breve, todo a Miau le parece breve cuando se trata de ti, pero Miau está radiante de felicidad, desborda una energía naranja que Miau no poseía desde hace tiempo. Cuan astuto parece Miau, saboreando lentamente cada palabra, recorriendo dedicada y delicadamente cada letra escrita, para que
Miau pueda notarse junto a ti otra vez. Cientos de imágenes contigo, sin “donde” ni “cuando”, se proyectan en el pensamiento de Miau, y tu fragancia, que yacía bien almacenada en un enorme frasco de cristal, destapa el corcho que lo protege del viento y se atrapa en el olfato de Miau. Como en otras muchas veces contigo, Miau vuelve a ser acechado por un descontrolado ronroneo que emerge de las profundidades de su interior.

Miau no quiere apresurarse en responder,  Miau sabe perfectamente que no debe cometer más errores, Miau no quiere dejarse llevar por la pasión otra vez y conseguir justo lo contrario de lo que Miau más desea. Miau se apresura, y estúpido, Miau se arrepiente de haberse dejado llevar por la euforia que tú despiertas.

Miau recibe otro correo. Miau se arrepiente de su existencia, de su imbecilidad, de cómo se ha dejado atrapar otra vez por su desafortunada excitabilidad. Las imágenes se desvanecen de la mente de Miau y el perfume se escapa de sus sentidos, dejando a Miau ahí tirado, estupefacto, casi inconsciente ante la brevedad de su éxito. El murmullo de Miau se atenúa como una temprana puesta de sol.

Miau se aleja del ordenador.

¿Quizás, por fin, habrás matado de una vez el deseo de Miau? ¿Tal vez hayas logrado apagar la sed que Miau tiene de ti? ¿Podrá al fin Miau cicatrizar esa herida constante, que le hiere y le sangra, y le hace padecer?

Miau, desconsolado ante la oscuridad de la noche, otra vez busca una respuesta en las estrellas, pero se encuentra con la mirada de la luna y todavía le susurra a las orejas de Miau tu, cada vez más, insoportable nombre.

…a Miau se le van agotando las vidas.

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