¿Lo ves? ¡Ya está! ¡Ya lo he conseguido! ¡Ya no pienso en ti!
¡Y yo pensando que me costaría las vidas! Pero no, después de mucho esforzarme, después de tanto y tanto divagar en una nube eterna que me llevaba al más lejano y olvidado islote te he hecho desaparecer.
Por fin se van a terminar esas largas cartas que te escribo y nunca lees, porque ni siquiera sabes que existen, porque ni siquiera puedo mostrártelas, aunque lo quiera, pero tú mereces más respeto.
Irónicamente, yo te respeto, te respeto tanto supongo por compensar tus faltas.
Déjame rectificar: Yo te respetaba. Ahora se va a tener que terminar eso. ¿Lo comprendes, verdad? ¿Cómo voy a seguir respetándote si tu ya ni siquiera eres una idea dentro de mi atolondrada cabecita? Pues justamente por eso he rectificado
Seguramente ahora deberías estar dándote cuenta de lo que se te ha escapado de las zarpas. Pero no debes estar triste, es más, no tienes ningún motivo para estar triste, así que estate tranquila y respira profundamente. Al fin y al cabo, tú te lo has perdido, y no será porque no te haya insistido. Siempre haciendo monerías para ti, para, ya sabes, lograr que esa mirada vacía perdida en lo profundo del horizonte se enfocara en mi, pero nada, sigue manteniéndola ahí, que a mi ya no me importa demasiado.
¿Lo ves? Si lo estás haciendo genial, así, sin inmutarte, justo tal y como te estoy viendo ahora, como te he visto siempre. También estás actuando muy bien fingiendo que no me oyes, eres capaz de ni tan siquiera ladear un poco la cabeza hacia atrás tuyo, justo donde estoy, justo desde donde te grito.
¡Oh venga ya, perra egoísta, fulana de los tejados, deja de fingir! Sé que mi ausencia te mata, te desborda, de arrasa los nervios como una cuchilla bien afilada y te destripa las entrañas cual guadaña si es mal empuñada. Déjame ver un ápice de amor, de calor, de vida, de lo que sea que haya dentro de ti, pero después de todo lo que te digo, déjame ser la ilusión de haber sido algo para ti.
¿Nada, eh? Pues bien… no me importa. Es más, me da igual, me es tan absolutamente indiferente que puedo sobrellevarlo. Incluso, si me pongo a pensar, no tengo que sobrellevar nada, porque como te estaba diciendo, tu ya no existes para mi, eres como la misma figura fantasmal que yo he protagonizado en todo este teatro.
No lo vas a poder ver, ya sabes, por tu falta de sentimien… digo, de sentidos… pero ahora que eres humo, mi vida, mi día a día, estará lleno de historias y aventuras.
¿Notas como desapareces? ¿Notas como simplemente dejas otro mundo más? No te preocupes, solo se trata de mi propia realidad interior, la que tú nunca has sabido que existía, poco te importará, poca diferencia marcará.
¿Qué pena, verdad? Te hubiera correspondido tanto.
En fin, mejor termino todo este sinsentido de una vez, ahora que todas las fantasías que interpretabas en mis pensamientos se han disipado en una basta y oscura extensión de vacío infinito, tengo mucho tiempo libre.
Si… finalmente voy a poder dedicar todo esa ingente cantidad tiempo en esforzarme para no volver a pensar en ti.